Pese a la derrota frente a los Soles de Mexicali, Peñarol de Mar del Plata se consagró campeón de la primera edición de la Liga de las Américas, tras una actuación brillante en todo el Final Four.
Locatelli y Tato Rodríguez estuvieron en un nivel altísimo, Wadley desequilibró cada vez que se lo propuso, Román González y Osborne dominaron la zona interior pese a la desventaja en altura, mientras que Picarelli y Ale Diez aportaron lo suyo desde el banco.
Párrafo aparte para Sergio Hernández, quien cada día dirige mejor, corrige los errores de sus jugadores con una rapidez mental envidiable y que en el continente americano ganó todo lo que jugó. Escuchar sus tiempos muertos fue recibir una clase gratuita de básquet para todos los que amamos este deporte.
De esta manera, Peñarol se saca la "mufa" que lo venía aquejando en los últimos tiempos y puede festejar de una manera emocionante, como se vio en sus símbolos Juan Manuel Locatelli y Tato Rodríguez.
Pese a la sangría constante de talentos y de la supuesta falta de recambio que vive el basquetbol argentino, los milrayitas demostraron que en nuestro país está el mejor baloncesto del continente, donde los técnicos trabajan como ninguno los partidos y en el que los jugadores respetan los fundamentos del deporte, algo que no ocurre en otros lugares de latinoamérica.
Gran presente está viviendo el conjunto marplatense, que si no paga el esfuerzo físico de haber jugado esta competencia, se perfila como para ser uno de los principales contendientes a ganar la Liga Nacional.
Felicitaciones Peñarol. La victoria es suya, pero también de nuestro básquet.
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